Fallas de coordinación
Hace unos días se publicó la creación de una instancia interministerial...
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José Miguel Benavente
Hace unos días se publicó la creación de una instancia interministerial ad hoc para discutir el impacto sobre la congestión vehicular que generaría el nuevo edificio Costanera Center. En la actualidad existen varias de estas instancias, ya sea en forma temporal, como ésta, o en forma permanente, como el comité interministerial de seguridad ciudadana. La idea es generar un espacio que permita coordinar, poner de acuerdo y gestionar el quehacer de diferentes organismos del Estado enfrentados a un problema público relevante.
En virtud de la usual característica multidimensional del problema, y en consecuencia incumbe a varias instancias públicas, unas de las trabas comunes que se presentan es sobre la designación de aquella institución que liderará el proceso. Ello pues, por una parte, el resto de las instituciones evaluará que su esfuerzo no será recompensado políticamente y esta falta de visibilidad puede afectar su continuación en los cargos. Y por otra, quien asume el liderazgo, si bien puede llevarse los laureles si todo funciona bien, obviamente es la cara responsable cuando las cosas no salen tan bien.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos, ocurren ambos problemas. No sólo las demás instituciones no participan con la energía que el problema requiere, sino que también la persona o institución responsable de su consecución exitosa rápidamente se hace invisible si las cosas no avanzan o resultan como se esperaba.
Uno de los principales argumentos que tiene algunos de mis colegas sobre el por qué no es bueno que el Estado se meta en el quehacer económico de una sociedad tiene que ver con esta falla de estado, denominada falla de coordinación. Argumentan que si bien los precios a veces no dan las suficientes señales para que estos problemas -como la delincuencia, la congestión vehicular, el calentamiento global- se solucionen bajo la mano invisible, la solución institucional aparece como una peor.
En un esquema de administración pública del tipo pilarizado como tenemos en Chile, donde cada ministerio es visto como una fundo independiente, y donde el único coordinador central es el presidente de la República, las fallas de coordinación se hacen manifiestas. Sino pregúntele a cualquier ciudadano que viva en regiones.
Obviamente la solución no es crear un ministerio para cada problema público. Ello por cuanto muchas de las actividades relacionadas con la ciencia, la tecnología, la seguridad pública o la congestión vehicular es menester de un sinnúmero de agencias públicas y a veces privadas que están repartidas por todas partes, administrativa y geográficamente hablando.
Lo que otros países hacen en estos casos es generar instancias interministeriales como jefaturas temporales -y a veces permanentes, quienes son la cara visible y responsable de llegar a una solución. Empoderados para congregar a todas a las instancia públicas necesarias e invitar a aquellas privadas que sean relevantes, proponen un conjunto de acciones consensuadas y que luego controlan su implementación. En la jerga de las relaciones exteriores, se conocen como ministros plenipotenciarios.